Georg Lukács es uno de los pensadores más influyentes de nuestro siglo; y lo ha sido, además, a lo largo de diversos períodos de su producción: con la obra de juventud Die Seele und die Formen (El alma y las formas), que, nacida del espíritu de la filosofía de la vida, sin poder negar la influencia de Simmel, pertenece a aquella época efervescente, aún no puesta en claro en el aspecto social, que en Alemania está caracterizada por el expresionismo; luego, con el primer gran documento de filosofía de la historia marxista, Geschichte und Klassenbewusstsein (Historia y conciencia de clase), obra cuya impronta es perceptible en toda una generación de jóvenes intelectuales europeos; finalmente, tras la segunda guerra mundial, con los análisis polémicos de Die Zerstórung der Vernunft (El asalto a la razón) y otros escritos semejantes sobre la historia de la literatura, que desarrollaron, a partir de los principios de la racionalidad y de la ilustración, una posición progresiva y combativa frente al irracionalismo y oscurantismo de la ideología burguesa tardía. La fecundidad de la influencia de Lukács se evidencia constantemente no sólo en que enseña métodos y aspectos, sino, más bien, quizá, en que provoca la contradicción, obligando al antagonista a aclarar sus propias posturas; de modo que incluso en la negación, si se sitúa en el plano objetivo del argumento, tiene por fuerza que reflejarse algo de la lucidez del pensamiento de Lukács.