Historia De La Vida De Un Proletario

Historia De La Vida De Un Proletario - Mi vida no puede pretender el honor de una autobiografía. Anónimo yo mismo en el montón de los anónimos.

Mi vida no puede pretender el honor de una autobiografía. Anónimo yo mismo en el montón de los anónimos, he querido simplemente tomar y reflejar rápidamente un breve momento de la dinámica inquietud ideal que lleva a la humanidad hacia mejores destinos.

Nací el 11 de junio de 1888, de G. Battista Vanzetti y Giovanna Vanzetti, en Villafalleto, provincia de Cuneo, Piamonte. La población, que se levanta sobre la orilla derecha del Magra, al abrigo de una hermosa cadena de cerros, es principalmente una comunidad agrícola.

Allí viví hasta los trece años de edad en el seno de mi familia.

Concurrí a las escuelas locales y amaba el estudio. Mis más lejanos recuerdos son los premios ganados en los exámenes escolares, y una segunda distinción en catecismo.

Mi padre dudaba entre dejarme proseguir los estudios o enseñarme algún oficio. Un día leyó en la Gazzetta del Popoloque en Turín 42 abogados habían concurrido para ocupar un puesto por 35 liras mensuales.

Esta noticia fue decisiva en mi infancia, porque mi padre se resolvió a que yo aprendiera una profesión y fuera comerciante.

Para eso, en 1901, me condujo ante el señor Conino, que dirigía una pastelería en la ciudad de Cuneo, y allí me dejó gustar — por primera vez — el sabor del duro e implacable trabajo.

Trabajé como 20 meses, desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, todos los días, menos tres horas de asueto dos veces al mes.

De Cuneo pasé a Cavour, y entré en la panadería del señor Goitre, puesto que conservé por tres años. Las condiciones no eran mejores que en Cuneo, con la diferencia de que los momentos libres alcanzaban a cinco horas en dos veces al mes.

No me agradaba el comercio, pero me quedé para satisfacer a mi padre y porque no sabía qué otra cosa elegir.

En 1905 abandoné Cavour por Turín, esperando hallar trabajo en la gran ciudad. Malogradas mis esperanzas, fui más lejos, a Courgne, donde me ocupé por seis meses. Luego volví a Turín y trabajé de caramelero.

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Nací el 11 de junio de 1888, de G. Battista Vanzetti y Giovanna Vanzetti, en Villafalleto, provincia de Cuneo, Piamonte. La población, que se levanta sobre la orilla derecha del Magra, al abrigo de una hermosa cadena de cerros, es principalmente una comunidad agrícola.

Allí viví hasta los trece años de edad en el seno de mi familia.

Concurrí a las escuelas locales y amaba el estudio. Mis más lejanos recuerdos son los premios ganados en los exámenes escolares, y una segunda distinción en catecismo.

Mi padre dudaba entre dejarme proseguir los estudios o enseñarme algún oficio. Un día leyó en la Gazzetta del Popoloque en Turín 42 abogados habían concurrido para ocupar un puesto por 35 liras mensuales.

Esta noticia fue decisiva en mi infancia, porque mi padre se resolvió a que yo aprendiera una profesión y fuera comerciante.

Para eso, en 1901, me condujo ante el señor Conino, que dirigía una pastelería en la ciudad de Cuneo, y allí me dejó gustar — por primera vez — el sabor del duro e implacable trabajo.

Trabajé como 20 meses, desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, todos los días, menos tres horas de asueto dos veces al mes.

De Cuneo pasé a Cavour, y entré en la panadería del señor Goitre, puesto que conservé por tres años. Las condiciones no eran mejores que en Cuneo, con la diferencia de que los momentos libres alcanzaban a cinco horas en dos veces al mes.

No me agradaba el comercio, pero me quedé para satisfacer a mi padre y porque no sabía qué otra cosa elegir.

En 1905 abandoné Cavour por Turín, esperando hallar trabajo en la gran ciudad. Malogradas mis esperanzas, fui más lejos, a Courgne, donde me ocupé por seis meses. Luego volví a Turín y trabajé de caramelero.

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